JABON PEARS





Andrew Pears, el hijo de un labrador, nació aproximadamente en 1770 en Cornualles y se fue a vivir desde su nativo Mevagissey a Londres alrededor de 1787. Completado su aprendizaje en 1789, estableció una barbería en Gerrard Street, en el Soho, y empezó a elaborar productos cosméticos. En aquel tiempo, el Soho era un área residencial de clase alta, y la clientela de Pears incluía muchos personajes ricos y famosos, que quedaban satisfechos de sus servicios. La moda entre la gente acaudalada de la época era lucir un cutis blanco y prístino; las caras bronceadas se asociaban con las personas que trabajaban al aire libre. Pears se dio cuenta de que los polvos y las cremas usados frecuentemente para blanquear la piel, la dañaban debido al carácter resinoso de los jabones y de otros productos de belleza (muchos de los cuales contenían plomo o arsénico). Entonces empezó a experimentar con la purificación del jabón, y finalmente consiguió producir un jabón suave basado en la glicerina y en otros productos naturales. La claridad del jabón le proporcionaba un aspecto transparente muy novedoso, facilitando su venta. Para completar el atractivo del producto, Pears le dio a su jabón un aroma con reminiscencias de un jardín inglés.
Durante el siglo XIX, la empresa Pears consolidó un gran mercado para su jabón en los Estados Unidos.

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